Hipocresía en el aspirante a la presidencia de la Unión Ganadera: Piden democracia quienes antes la traicionaron

Columna El Observador

Por Billy Montañez

Mexicali, B.C. 21/abr/2025​-En el cada vez más enrarecido ambiente electoral dentro de la Unión Ganadera Regional de Baja California (UGRBC), ha comenzado a circular un discurso que, aunque en apariencia defiende los valores democráticos, en realidad encubre una contradicción profunda que no ha pasado desapercibida entre los productores pecuarios del estado.

Se trata de la petición de “retorno a la democracia” encabezada por un aspirante a la presidencia de la UGRBC, primo de Carlos Lagos y protegido político del expresidente Jorge Alberto Hirales Vargas. El discurso, que pretende resonar como una demanda legítima de apertura y alternancia, parece más bien inspirado en el viejo refrán popular: “Hágase la voluntad de Dios... en los bueyes de mi compadre”.

Y es que, como han señalado diversos actores dentro del gremio ganadero, resulta paradójico, cuando no cínico, que quienes hoy abanderan la causa democrática sean los mismos que, apenas unos años atrás, la enterraron bajo reformas estatutarias hechas a modo para perpetuar a una cúpula en el poder.

Durante la gestión de Jorge Hirales al frente de la UGRBC, los estatutos internos contemplaban un esquema claro para la renovación de la dirigencia: Un primer periodo de tres años, una reelección con el respaldo del 50% más uno de los socios activos, y una segunda reelección solo si se alcanzaba una mayoría calificada del 75% de los votos. El sistema estaba diseñado para premiar el trabajo bien hecho, y al mismo tiempo evitar el enquistamiento de grupos o personas en la cúpula directiva.

Pero fue precisamente Jorge Hirales quien impulsó y logró la modificación de ese sistema. Los nuevos estatutos, aprobados durante su presidencia, eliminaron el requisito del 75% para una segunda reelección y establecieron que cualquier dirigente podía reelegirse indefinidamente con apenas la mitad más uno de los votos.

En otras palabras, el modelo actual, que hoy critican, es el que ellos mismos impusieron, calculando en su momento que perpetuaría su control sobre la organización.

Esa memoria histórica no ha sido borrada de la conciencia ganadera. Productores de San Quintín, el Valle de Mexicali y la Sierra de Juárez han comenzado a levantar la voz para recordar cómo se fraguó la actual norma que, aunque legal, ha sido señalada por su falta de legitimidad entre las bases.

Uno de los perfiles que ha manifestado con claridad su postura es Gustavo Rodríguez, actual presidente y conocedor de la vida interna de la UGRBC. Rodríguez ha expresado públicamente que está a favor de regresar al modelo anterior, donde las reelecciones dependían no solo del número, sino del reconocimiento real por parte de la mayoría calificada. “Si hiciste bien tu trabajo, lo lógico es que te ratifiquen con contundencia”, ha dicho.

La crisis que atraviesa la unión no solo es institucional, sino también moral. En un gremio marcado por el esfuerzo diario de los pequeños y medianos productores, la memoria no es un lujo sino una herramienta de resistencia. Muchos ganaderos recuerdan bien quién promovió los cambios que hoy se les quieren vender como errores ajenos.

En este contexto, la lucha por el control de la UGRBC no es únicamente una contienda electoral; es una disputa por la credibilidad. Y en esa batalla, los discursos huecos ya no bastan. La democracia no se construye con frases prestadas, sino con coherencia, respeto a la historia y un compromiso auténtico con las bases.

Mientras los reflectores apuntan a los candidatos, la verdadera pregunta sigue siendo: ¿quién está dispuesto a corregir lo que ayer ayudó a descomponer?